Sunday, November 4, 2007

Si quieres ser perfecto. . .

Mateo 19:16-21 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? (17) El le dijo: qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. (18) Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. (19) Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (20) El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? (21) Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.

Mateo 5:48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.


Introducción:

Estas palabras de nuestro Señor en Mateo 5:48 son unas de las palabras más provocativas, tanto en toda la Biblia como también, en el mundo hoy en día. Si decimos a la gente que Dios demanda que sea perfecta, muchos se espantan, ¿”qué? ¿cómo?, si no es posible.” Pero esta no es la primera vez que Jesús pidió “lo imposible”. A lo largo del sermón del monte, una y otra vez Jesús pidió “lo imposible”. En su sermón condenó a la codicia sexual, el deseo de la venganza, el guardar rencor o el no poder perdonar, el enojo y la critica carnal entre otras cosas más. Todas estas cosas resultan imposible para el hombre natural. Ahora Jesús va a otro nivel y dice, aparte de todss estas cosas: Sed, pues, vosotros perfecto.

Desafortunadamente la iglesia moderna no ha podido, o no ha querido aceptar esta enseñanza. Por lo tanto ha buscado tantas formas de evadir, tanto la enseñanza como también la voluntad de Dios para sus vidas. Es por esta causa que la Iglesia es tan impotente para ver cambios profundos y genuinos en sus miembros. Quieren pasar lo que Jesús dijo por algo más fácil, y más “lógico.” Simplemente rehúsan creer que sea posible ser perfecto en esta vida. Con este pretexto pueden chismear, criticar, codiciar, mentir y defraudar diciendo, “soy humano; nadie es perfecto”.

No creen en un Dios que pueda cumplir lo que dice o en un Dios que pueda otorgar poder a sus hijos a cumplir lo que les mandó hacer. Antes parece que la iglesia moderna cree en un Dios que no hace más que darnos una lista de tareas imposibles y luego cruzado de brazos se entretiene con nuestra frustración.

Esta doctrina que es tan popular hoy en día dice que la intención de Jesús no es que uno realmente dejare de cometer adulterio con los ojos, o que uno realmente no se enojara con la gente, que realmente perdonara a sus ofensores y mucho menos que fuere perfecto. Esta doctrina enseña que cuando Jesús dijo estas cosas, no las dijo en serio, las enseñó como ideales o metas que perseguir, no que las pudiera cumplir--solo las debiéramos perseguir como buenas metas. Es suficiente que el cristiano tenga la buena intención de cumplirlas, porque hacer estas cosas es plenamente imposible. Aunque no lo expresan literalmente de esta manera, esta es precisamente la enseñanza de muchas iglesias hoy en día.

Ahora, hay que admitir que esta enseñanza de Jesús no cuadra con la forma que piensa el hombre natural. La norma que Jesús plantea aquí no es, ser buena gente, amable, considerada, carismática, pacífica, o siquiera honesto. La norma que Jesús requiere es la perfección. Y no solo eso sino que tenemos que ser perfectos tal como es perfecto Dios. Por esta razón muchas personas optan por minimizar el mandato o darle una explicación que cuadra mejor con su propia forma de pensar aunque contradijere lo que Jesús realmente enseñó.

Pero realmente, ¿cuál es la explicación correcta? ¿Cómo podemos cuadrar lo que enseñó Jesús con la realidad de la vida cotidiana?

Primero notemos que la norma de la perfección es la única norma aceptable. ¿Pudiera Jesús haber dicho: sean puros hasta un 80%, honestos hasta un 90%, virtuosos un 95%, y con eso basta? ¿Qué pensarías si nos hubiera dicho, "practican el amor hasta el grado que les parezca bien?” ¿Sería un buen plan? Simplemente no pudiera haber otra norma más que la perfección.

Así que nos preguntamos, ¿qué quiso hacer entender Jesús con la palabra "perfecto?” ¿ningún defecto? ¿no hacer errores? ¿tener un buen entendimiento de su propósito en la vida y llevar acabo a la perfección ese propósito? Si esto es lo que quiso hacer entender Jesús con la palabra “perfecto” ¿conocen a alguna persona perfecta? ¿Han oído hablar de una persona perfecta?

A estas alturas los he de tener bien confundidos. ¿Podemos ser perfectos? O ¿no lo podemos ser?

Lo que no toman en cuenta, los que no admiten la posibilidad de realmente poner en práctica todo lo que Jesús viene enseñando aquí, es el poder de Dios. Dios es un Dios de milagros. El hecho de que uno pueda dejar un solo pecado es un milagro de la gracia de Dios. Por no tomar en cuenta el poder de Dios muchos rechazan la enseñanza que podemos ser libres de todo pecado en esta vida.

I. ¿Qué quiere hacer entender Jesús con la palabra “perfecto?”

Pues encontramos una clave muy importante en las palabras que siguen. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.

En ¿qué forma es perfecto nuestro Padre que está en los cielo? Pues, la perfección de Dios no tiene nada que haber con este cuerpo humano, porque Dios no tiene cuerpo. Lo que Dios tiene es espíritu; Dios es espíritu. Así que, ser perfecto como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” tiene que ser una perfección de nuestro espíritu. ¿Qué quiere decir tener una perfección de espíritu? Es ser libre de cualquier defecto de naturaleza moral. Es ser restaurado a la imagen de Dios.

Esta perfección no tiene nada que ver con las limitaciones de nuestro cuerpo–limitaciones de memoria, entendimiento o fuerzas. La perfección a que se refiere Jesús no se cancela por no poder llevar acabo el plan general de Dios por falta de fuerzas físicas, emocionales, o intelectuales. ¿Porqué no? Porque Jesús no se refiere esa clase de perfección. Estamos hablando de una perfección del hombre interior y no del hombre exterior, pero ese hombre interior afectará grandemente los hechos del hombre exterior.

Habiendo dicho todo esto, quiero decir que Dios si requiere del hombre que sea perfecto. Dicho de otra manera, Dios requiere que tu seas perfecto, no solo buena gente, no solo fiel a la iglesia, no solo tratar de serlo, tienes que ser perfecto. Pero alguno dijere, Muy bien, entiendo que esta perfección no es una perfección de los organismos del cuerpo, sino una perfección del espíritu, de los motivos del corazón, pero ¿cómo puedo ser perfecto en mi espíritu? La respuesta corta es que puedes ser perfecto solo por el poder del Espíritu Santo purificando tu corazón por la fe. De otra, manera los fatalistas tienen la razón, es imposible.

II. Ser perfecto es tener a Dios en el trono del corazón

Cuando hablamos del corazón, creo que es claro que no estamos hablando del organismo que bombea la sangre, sino la cede de nuestros afectos. La cede tiene que ser entregada a Dios.

La palabra de Dios dice que como cristianos nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo o la casa donde mora. En el estado natural, el hombre está en control de esa casa. Aunque el hombre no lo quiera aceptar, no sabe administrar su casa, mantenerla limpia o en buen estado. Cuando invita a Jesús a ocupar la casa, cuando es salvo, de repente tiene la motivación de limpiala, porque ahora quiere hacerlas cosas que a él le agradan. El saca la basura que hay allí y da inicio a un programa de restauración. El problema es que en estas condiciones Jesús es solo huésped en esa casa y vive en el cuarto de huéspedes.

El comportamiento del hombre empieza a cambiar, se ve mucho mejor la casa, pero el hombre es el que realmente está en control. Por el otro lado, cuando este hombre deja al Espíritu Santo santificarlo por completo, Dios llega a ser el Señor de la casa y habita en la recamara principal. El hombre entrega las escrituras de la casa al Señor y ya no ejerce control ni se hace dueño de ella. Su actitud y su práctica es la del apóstol Pablo y dice con él “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gal 2:20)

Esto es “ser perfecto”–nada más, nada menos. Es entregarle a Dios las llaves de tu vida y ser el siervo de él. Te pregunto hermano en esta tarde, ¿has entregado la casa a él o estas tú en control de los asuntos de tu casa? Jesús dijo: Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

III. Ser perfecto es tener el corazón puro

Cuando invitamos a Jesús ocupar nuestra casa, él nos perdona nuestra rebelión, pero mientras no transferimos a Dios las escrituras, siempre habrá la tendencia de volver a tomar el control. Ese toma de control es la esencia del pecado. No le hace cuanto declaramos que todo pertenece a Dios, si no habido un cambio de dueño, cuando no nos parece bien la dirección que lleva nuestra vida, la tendencia será a volver a tomar el control. Recuerdan que negarle a Dios el control de tu vida es insultarle a Dios y cometer el pecado de rebelión contra su voluntad para ti. Como nuevos cristianos somos arrepentidos de esa vida de rebeldía y jamás queremos volver a tomar nuestra vieja armas de rebelión contra nuestro Señor, pero si no transferimos nuestras posesiones a Dios, tarde o temprano volveremos a apoderarnos del control de nuestras vidas derribando a Cristo de su trono y su autoridad.

Esta tendencia que continúa por un tiempo en el corazón del nuevo creyente es llamada “la ley del pecado y de la muerte,” el “hombre viejo” el pecado innato, la carnalidad, el doble ánimo, la naturaleza pecaminosa o la raíz de amargura. Realmente poco importa lo que la llame uno. Lo importante es que cuando le hacemos a Cristo dueño, él limpia la casa. Y cuando Cristo limpia una casa no hay manera que quede más limpia, es pura, 100%, es perfecta.

1Juan 1:7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

IV. ¿Qué dice Dios al que quiere ser perfecto?

Regresando a la historia de Mateo 19 encontramos a uno que vino a Jesús diciendo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Aquí tenemos a un hombre que anhela servir a Dios, anhela tener una relación con Dios y agradarle a él. Cuando Jesús le menciona los mandamientos él dice: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” En otras palabras él dice: he hecho todo esto pero no me llenan, necesito algo más. No quiero ser sencillamente un religioso, quiero cumplir toda la voluntad de Dios.

Me detengo un minuto solo a preguntar: ¿habrá alguno aquí que se ha cansado de ser simplemente religioso, y anhela algo más, algo que si llena y satisface el alma? Jesús está por darte la respuesta. Escuchemos lo que respondió a este hombre que anhelaba más de Dios: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.

Ahora, muchos al leer estas palabras se espantan y lo ven como exagerado, pero se consuelan creyendo que estas palabras fueron dirigidas solo a este hombre y que nada tienen que haber con nosotros hoy en día. Por supuesto, Jesús estaba hablando solo a este hombre que vino buscando estar bien con Dios, pero para los que quieren ser perfectos o los que realmente tienen el anhelo de agradar a Dios en todo, el mensaje es el mismo, “anda, vende lo que tienes. . .”

Por supuesto la aplicación no puede ser literal. Dios no hace acepción de personas y no pidió que otras personas se desprendieran de sus bienes en este sentido literal. Pero, sí hay algo aquí que Dios pide de cada uno de nosotros. Lo que aprendemos de este pasaje es que no podemos aferrarnos a las cosas que tenemos. Tenemos que desprendernos de ellas en el sentido emocional. Dios no hace acepción de personas. En principio, lo que Dios requirió de este hombre es lo mismo que tenemos que hacer nosotros si queremos ser perfectos en espíritu, si queremos ser libres de los defectos morales de esa naturaleza adámica con que nacimos.

Jesús lo expresó de forma tan clara en Lu 14:33. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

¿Qué quiere decir esto en términos prácticos? ¿Qué quiere decir “vender todo lo que tiene y darlo a los pobres”?

1) “Dar a los pobres” es darlo a Dios aunque Dios lo ve como un préstamo.

Pro 19:17 A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.

2) “Vender todo” es desprendernos de todo lo que tenemos en este mundo para que el amor a Dios pueda ocupar el primer lugar en nuestras vidas. Muchos le llaman a este paso “la consagración total”. Es lo mismo que pidió Dios a Abraham–sacrificar lo que más amaba: su hijo amado. ¿Tuvo que matar literalmente a Isaac? No, pero en su corazón, su hijo ya estaba muerto.

¿Pide Dios que vendamos literalmente nuestros bienes y que repartamos los fondos entre los pobres? No necesariamente, pero tenemos que, de alguna manera, desprendernos de todo lo que tenemos para poder servir a Dios. Ese “todo” viene haciendo mucho más que nuestras posesiones materiales.

a. Bienes materiales (Ejemplo: el hombre rico)
b. Nuestros seres más queridos (Ejemplo: Abraham)
c. Nuestro futuro (Ejemplo: José)
d Nuestro buen nombre (Ejemplo: José)


Conclusión:

Así que si quieres ser perfecto como lo manda el Señor, entrégale a Cristo, sin ninguna reserva, las llaves de todas las áreas de tu vida. Y tienes que incluir aquel cuarto de tu corazón donde escondes todo lo desagradable acerca de ti. ¿Tienes un cuarto de esos?

¿Cuantos tenemos en la casa donde vivimos un cuarto de estos, o pudiera ser un clóset o un cajón, donde echamos todo lo poco atractivo? Allí en ese cuarto o ese clóset hay, típicamente, un pleno caos, un desorden terrible.

¿Tienen un cuarto de esos en tu vida espiritual? Jesús te pide las llaves precisamente de ese cuarto hoy en este día.

¿Quieres ser perfecto? Jesús dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.

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